Hace mucho tiempo me ha rondado una idea en la mente, pero no he sabido de qué manera expresarla en palabras. Llevo varios días tratando de darle forma y sin embargo considero que puede resultar un poco enmarañada. Precisamente de eso se trata este post: qué dificil es convertir el pensamiento en palabras y más aún, en hechos, y mucho más aún, convertir los hechos en Vida (no solo pensar, decir, hacer; sino, Ser).
Existe una clara división en el pensamiento humano, al parecer la mayoría de nosotros percibimos la realidad de una forma fragmentada. Algunos ejemplos de esa fragmentación se encuentran en la ciencia:
Divisiones por todo lado. Ser partidario de un enfoque, modelo, paradigma o teoría, significa hacerse
enemigo del otro; y tener una visión ecléctica puede ser peligroso si no se tiene un buen equilibrio, pero,
¿quién de nosotros ha alcanzado el equilibrio perfecto?.
Unas veces nos vamos para un extremo y otras veces para el otro. Antes (Ilustración) sólo se catalogaba como válido el conocimiento demostrable no sólo desde el punto de vista racional sino tambien en la práxis, dejando de lado fenómenos que exceden cualquier explicación lógica y carecen de una demostración tangible. Ahora (Posmodernismo) se cataloga como válida cualquier cosa.
La religión tambien se ha movido en extremos y hablando específicamente del protestantismo podemos ver a grandes rasgos dos cosas. Primero, los que iniciaron decían que el ser humano está en este mundo sólo para trabajar y desarrollarse a nivel intelectual. Nada de modas, nada de placeres, porque en el cielo se recibiría la recompensa a todas las privaciones hechas en la vida terrenal (bueno, según
Weber, ésto tuvo una incidencia fundamental en el desarrollo económico de las potencias mundiales.
Ver La ética protestante y el espíritu del capitalismo). Luego, por allá en los años del
peace and love, el protestantismo no se podía quedar atrás, entonces surgieron los grupos carismáticos donde se daba principal importancia al disfrute del
Reino en la tierra (podemos evocar aquí los coros gospel de las películas americanas), con la creencia de que Dios nos provee TODO lo que necesitemos sin hacer ningún esfuerzo más allá de pedirlo simplemente. Bueno, siempre habrá excepciones, pero en general la religión se ha movido en extremos.
Pero, ¿a dónde quiero llegar con toda esta carreta?
Pues a caer en la cuenta de que a los seres humanos, sobre todo a los occidentales, nos han educado para vivir en un extremo o en otro (o por lo menos eso me sucede a mi). A veces
mucho dogma, pero poca práctica; otras veces
mucha acción en son de nada (poco pensamiento, poca razón). A veces muy centrados en nuestra mente, pensamiento, razon y otras veces muy centrados en nuestro cuerpo, apariencia.
Cuando pienso en todo esto me imagino a un ser humano casi
esquizofrénico, dividido hasta la médula (desde lo más amplio: la ciencia, hasta lo más concreto: la vida de cada
individuo). Y recuerdo a un ser humano que ha podido encarnar el equilibrio perfecto: Jesucristo.
Y así como cuenta la leyenda, que un día existieron dos árboles disponibles para el consumo, uno del bien y del mal (divisor por excelencia) y el otro de la vida (unificador); hoy es posible salir de la escisión, comiendo El Pan de Vida (Juan 6.54).
Cristo, principio integrador por excelencia.